Día: 6 de junio de 2020

Rojo Incandescente

Rojo Incandescente

El aire que me rodea pregunta si te echo de menos desde hace un tiempo, las superficies y los contornos, la vuelta de la esquina, el baile de disfraces que agota el calendario asido a los últimos años, el nudo del estómago que todavía aprieta la asimilación del fenómeno que te alejó de mí, ocultándote en la niebla, desmenuzándote en partículas que caen del balcón de los dioses olvidados, sin baranda, sin pared, sin ventana, sin cornisa.

Me cuesta olvidarle, les digo a todos los adornos cuando amanece, asustado como si mañana fuera la ruta de una golondrina, un candado que anda. Se me hace difícil borrar tu mirada, tus consejos de profesor sin corteza ni carisma, la catana, las esposas, los trece pinchos sobre cada baldosa, el ciclón que se creía brisa, hoy sámago bajo un monte de petróleo blanco que se pierde más allá de la distancia en sí misma.

Las cicatrices enmudecieron aquel último día, me quedé parado cuando tiraron de la manta y los rumores, las repercusiones, exhalaron racimos de consuelo. En el silencio frío del adiós, nadie dio un paso adelante, ni siquiera tú. Abrí tanto los ojos que lo vi todo, incluso lo imaginario. Y grité en la distancia mientras la lluvia azul surgía del suelo, pero no pudiste oírme. El tiempo lo cura todo, me dijo tu espalda. Y, como si la sangre derramada siguiera viva en un diario que canta con tristeza, me rehago en rojo incandescente con la amenaza dormida sobre el mapa de un puente con síndrome de Estocolmo, rezando porque no vuelvas.

OCOL